Salimos del cine y empezamos a caminar por Montparnasse. La conversación se dió lugar mediante un par de comentarios de su parte sobre la pelicula, las ideologías del Che y las revoluciones en America Latina. Por primera vez en mi vida no me intereso hablar de un tema como ese. Respiraba levedad. Las baldosas se acomodaban bajo mis pies y el viento soplaba ligeramente, lo necesario como para hacerte sentir vivo.
- Que hacemos ahora?
Cómo explicarle que cualquier cosa me daba lo mismo. Que lo único que quería era no volver nunca. Que el calendario era mi peor enemigo y que el Metro de noche me hacía llorar.
Las luces de Paris estaban geniales como todas las noches. Michael Bublé sonaba en mi reproductor musical mental y dejaba de sentir el frío del invierno parisino.
- Sí un café por favor. Gracias.
A veces el café me causaba esa sensación de placer que nubla la vista y te deja charlando con tus pensamientos sobre nada en especial. Dicen que las cosas buenas no duran. Y por eso, hasta ahora, nada me ha durado mucho tiempo... Y así vivo, por elección propia, de andén en andén. Bajandome de cada tren me he pasado todos estos años. Que en realidad no son tantos.
domingo, 8 de febrero de 2009
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