sábado, 24 de noviembre de 2007

El peligro de las metáforas.

Temía intentar que le soltara la mano, por no despertarla, y con mucho cuidado se dio media vuelta hasta apoyarse en un costado para poder observarla mejor.
Volvió a imaginar que Teresa era un niño al que alguien había colocado en un cesto untado con pez y lo había mandado río abajo. ¡No se puede dejar que un cesto con un niño dentro navegue por un río embravecido! ¡Si la hija del faraón no hubiera rescatado de las olas el cesto del pequeño Moisés, no hubiera existido el Antiguo Testamento ni toda nuestra civilización! Hay tantos mitos que comienzan con alguien que salva un niño abandonado. ¡Si Pólibo no se hubiera hecho cargo del pequeño Edipo, Sófocles no hubiera escrito su más bella tragedia!
Tomás no se daba cuenta en aquella ocasión de que las metáforas son peligrosas. Con las metáforas no se juega. El amor puede surgir de una sola metáfora. [...]

Las metáforas son peligrosas. El amor empieza por una metáfora. Dicho de otro modo: el amor empieza en el momento en que una mujer inscribe su primera palabra en la memoria poética de un hombre. [...]

La memoria poética es la que registra aquello que nos ha conmovido, encantado, que ha hecho hermosa nuestra vida. [...]

Milan Kundera

2 comentarios:

Anónimo dijo...

t qiero dolores sobre el tema no pienso opinar jajaja , t amo , cam

-- dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.